By Fr. Luis Alfonso (Lucho) Segura, MSC (St. Therese of Jesus Catholic Church-Aurora, IL)

La cuaresma es el tiempo de 40 días, comprendido entre el miércoles de ceniza y el Domingo de Pascua. Tiempo de preparación para celebrar el misterio pascual, pasión-muerte-y-resurrección de Jesús. Es un tiempo de conversión marcado por unas prácticas  religiosas como son, el ayuno, la abstinencia y la oración. Estas no son el centro de la cuaresma  sino  medios para ayudarnos en nuestro proceso de conversión, es decir,  llegar a una transformción del corazón que muestre que realmente Cristo vive en nosotros.

El miércoles de Ceniza es el comienzo de la cuaresma. En ese día nos marcamos con una cruz de ceniza en la frente, con este signo penitencial manifestamos nuestro reconocimiento como pecadores y a su vez nuestro deseo de transformación, de cambio. Nos ponemos la cruz porque creemos en Dios y en su poder transformador. Al ponernos la ceniza se nos dice una de estas frases: “conviértete y cree en el evangelio” o “recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás” con ellas se manifiesta  la fragilidad de nuestra vida y  la invitación a la conversión, a la transformación del corazón.

La cuaresma es por tanto un tiempo que puede ser aprovechado para intensificar la oración. Esto es, tener más tiempo para crecer, nutrir y alimentar la relación con Dios.

Hacer obras de caridad. Tener gestos que manifiesten nuestro amor y preocupación por los más necesitados.

Hacer ayuno. Es decir, sentir a través de las privaciones voluntarias que Dios es el único absoluto que puede colmar nuestra existencia.

Hacer abstinencia. La cual no consiste sólo en dejar de comer carne, sino en abstenerse, privarse de todo aquello que no permita una buena relación conmigo mismo, con los demás y con Dios (iras, enojos, resentimientos, malas palabras, adicciones, agresiones, baja autoestima, violencia, pensamientos y deseos de obrar mal, irrespetos, violaciones a los derechos de los demás, abusos de los medios de comunicación, internet, televisión, etc.

Aprovecha este tiempo de cuaresma para reflexionar entorno a tu vida, tu relación con los demás y especialmente tu relación con Dios y tus familiares, comienza un proceso de conversión, haz propósitos que puedas evaluar y al final celebrar la resurrección del Señor porque has podido dar un giro de 180 grados en tu vida y has llegado a ser  un mejor cristiano y un mejor ser humano.

 

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